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EL BUEN CIUDADANO

VIDA POLÍtica

Corría el año 1969. Raúl Leoni se preparaba para entregar las envestiduras al próximo presidente electo. Se presentaron seis candidatos: Gonzalo Barrios por Acción Democrática, Rafael Caldera por el partido socialcristiano Copei, Luis Beltrán Prieto Figueroa por el Movimiento Electoral del Pueblo, Miguel Ángel Burelli Rivas por Frente de la Victoria, y dos candidatos menores: Alejandro Hernández y Germán Borregales. La estrategia de cada uno varió considerablemente, pero todas convergían en un punto en común: ser entrevistados por el programa de mediodía de Renny Ottolina. 

 

Para ese año, Caldera tomó posesión de la Presidencia de la República, exponiendo por primera vez el fenómeno de la alternativa bipartidista que caracterizaría las siguientes elecciones presidenciales. Mientras tanto, Renny continuaba ejerciendo el poder, pero desde el ámbito comunicacional. Había descubierto una nueva faceta a explorar: la cívica. Desde sus diferentes campañas, como la de El buen ciudadano, se encargaba de educar a quienes ya eran o se convertirían en el electorado de las próximas elecciones. Para 1973, Renny vuelve a entrevistar a los principales candidatos presidenciales, incluyendo el ganador de aquella contienda: Carlos Andrés Pérez.

De la comunicación a la presidencia

Sin embargo, el comunicador tenía el olfato atento a lo que ocurría en la política del país; no solo por las diversas entrevistas que ya se habían vuelto populares en su programa, sino por su habilidad de identificar los principales males que aquejaban a los venezolanos y su posible solución. Él se había convertido en un líder y su liderazgo traspasaba la pantalla chica. Un buen amigo de él, Parsifal de Sola, reconoce estas características y convence a Renny que sea candidato presidencial.

 

De este modo se organiza la Dirección Nacional de Estrategia que posteriormente adoptaría la figura de partido político bajo el nombre de Movimiento de Integridad Nacional (MIN). Además de Parsifal de Sola, el movimiento político estaba formado por Vladimir Gessen, Alfredo Anzola, Joaquín Silveira, Gonzalo Fernández Zingg, Gonzalo Pérez Hernández y Rubén Darío Madriz, todos ellos intelectuales de la época. En la cabeza del mismo se erguía Renny como un liberal trasplantado en nombre de la república del ciudadano.

Primera toma de posesión de Rafael Caldera

Plan de gobierno

Debido a su gran bagaje cultural proveniente de los diversos viajes que había realizado al exterior y al estar rodeado de los tecnócratas más preparados de la época, Renny sabía que la solución para Venezuela era la de plantear un capitalismo en función social o, como se ha llamado en otros países: un socialismo de mercado. Ese había sido el programa de gobierno planteado en los países desarrollados y era el que consideraba le permitiría a Venezuela superar el rentismo y populismo reinante. 

 

Su planteamiento consistía en conformar dos columnas que trabajaran conjuntamente: la primera sería el Consejo Nacional, la cual realizaría el plan de gobierno de la mano de los tecnócratas (especialistas, profesionales y técnicos) que se convertirían en los futuros ministros, viceministros, presidentes de institutos y directores de los gobiernos regionales y locales; la segunda sería la columna política, fundamentada en la meritocracia y conformada por el liderazgo político militante que conformarían los futuros legisladores, concejales, alcaldes y gobernadores. 

 

Los puntos a tratar por el programa político de Renny estaban basados en tres principios: la meritocracia, el capitalismo como función social y el desarrollo agroindustrial. Con el primero buscaba que el venezolano fuese tomado en consideración por sus méritos, estimulados por el estudio y el trabajo, y no por un carnet político. Con el segundo, que a los trabajadores se les diera participación en el capital accionario de las empresas para que sintieran en carne propia sus pérdidas y pudieran cuestionar sus acciones desde su propia administración y no solo a través de sindicatos. Por último, con el tercero, Renny quería que el hombre del campo sintiera que la tierra que trabajaba era suya, se tecnificara y obtuviese beneficios de la explotación de la misma, los cuales luego se invertirían en generar viviendas que vencieran las condiciones precarias habituales de los campos venezolanos.

 

En una ocasión, el mismo Renny habló sobre lo que podía otorgarle a Venezuela en tales momentos: “Mi ideología es el humanismo pragmático y ¿qué cosa es eso de humanismo pragmático? Cada vez que me hacen esa pregunta yo respondo con el mismo ejemplo: Pérez Jiménez, te digo, fue un gran dirigente desde el punto de vista pragmático. Él tenía sentido práctico de la vida. Su gran error fue irrespetar la condición humana como lo hizo y por eso fue un mal gobernante. Todo lo contrario Don Rómulo Gallegos, un gran intelectual, un gran humanista, pero un hombre poco práctico ¿entendido?, humanismo pragmático es combinar ambas cualidades”.

Hay quienes consideran que Renny no hubiera ganado las elecciones presidenciales de aquel año a falta de carrera política, pero el comunicador no dudó ni por un segundo que iría a triunfar. Tanto es así que se había reunido con un grupo militar para buscar su apoyo y defender su triunfo, el cual, según su psicólogo de campaña, Vladimir Gessen, había sido plenamente otorgado. 

 

Renny sabía lo que los políticos, e incluso los dueños de canales de televisión, sospechaban desde hace muchos años. Él era un hombre que por 20 años había tenido el poder más persuasivo de todos: el de la comunicación, y precisamente por eso, él y sus seguidores lo consideraban un buen candidato presidencial. Sobre él mismo, Renny decía: “Yo he hecho sudar a cuanto presidente y candidato ha pasado por el país. Eso es un poder, ¿y no creen ustedes que yo he podido utilizar ese poder para chantajear, negociar y no lo he hecho? Se les olvida que yo tengo experiencia en el ejercicio del poder. Lo atractivo de ser presidente de la República es la posibilidad de servir a tu país, no la posibilidad de mandar a tu país, solicitaré de mis conciudadanos el empleo de presidente y pasaré a ser empleado de ellos”. Así, Renny dejaba entredicho que no era comprable y no solo por su inmensa riqueza -que lo hacía capaz de financiar su propia campaña-, sino por su inmenso poder persuasivo y comunicacional, proveniente de la credibilidad que le otorgaba a la gente al ganarse el cariño de su audiencia. 

 

Renny hubiera llegado a ser presidente por dos cosas: su amor propio y su amor por Venezuela. Él se calificaba a sí mismo como el hombre más capaz para ejercer la presidencia, pues estaba consciente de sus cualidades y actitudes. Además, amaba profundamente a Venezuela y reconocía que para amarla, había que admirarla y para admirarla había que conocerla. Es por esta razón que gran parte de su vida la dedicó a educar a su audiencia, sobre Venezuela y sobre los valores que debían adoptar los venezolanos. El apareció en la política como reflejo de una alternativa honesta que podía rescatar al país del hundimiento moral, económico y social que hoy todavía vive.

¿Hubiera Renny ganado la presidencia?

CONTEXTO POLITICO

Cuando Caldera toma la presidencia de la República, exponiendo por primera vez el fenómeno de la alternativa bipartidista que caracterizaría las siguientes elecciones presidenciales, se lograron importantes cambios en el contexto político y económico del país. Durante sus cuatro años de presidente, se logró la completa pacificación del país -enguerrillado desde 1960-, y volvieron a la vida partidos políticos inhabilitados, como el Partido Comunista de Venezuela. En materia económica, se dictó la Ley Sobre Bienes Afectados a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, la cual establecía la devolución de los bienes de capital a manos del Estado por parte de las empresas petroleras extranjeras, debido al pronto vencimiento de sus concesiones. 

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Sin embargo, en aquellos años Venezuela sufría de todos los males provenientes de la cultura rentista, la cual alcanzó su máxima expresión en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. La producción del petróleo se mantenía en sus niveles más altos, seguido por la producción de hierro, haciendo prevalente un sistema de tendencia monoexportadora e incrementando la dependencia de los mercados internacionales para satisfacer la demanda interna de bienes de consumo. La forma de hacer gobierno consistía en gestionar los recursos públicos de manera tal que se propiciara el populismo, el nepotismo, el amiguismo y el clientelismo. Más aún, no se respetaba la transparencia en las transacciones del Estado, cuyos recursos eran administrados arbitrariamente causando frecuentes escándalos de despilfarro y corrupción, tales como los criticados por el mismo Renny. 

 

Mientras más iba aumentando la ganancia por barril, más se incrementaba el gasto público, lo cual, a pesar de la baja inflación y estabilidad cambiaria, hacía que Venezuela viviera en una ilusión de armonía por la que transitaba la modernización populista. Esta realidad no era ciega para quienes con su intelecto intentaban construir el sentido común del venezolano. Carlos Rangel ya había empezado a desmitificar las creencias de la identidad latinoamericana promovida por las clases nacionalistas y socialistas, en su libro Del buen salvaje al buen revolucionario, mientras que Renny lo hacía desde la radio.

El ex presidente Carlos Andrés Pérez

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